Esta curiosa lámpara no necesita para funcionar nada más que dióxido de carbono, agua y luz durante el día.
Ha sido creada por el diseñador Mike Thompson basándose en las investigaciones de científicos de las universidades de Stanford y Yansei que descubrieron la forma de generar una corriente eléctrica aprovechando la fotosíntesis.
La lámpara tiene una batería, que almacena la energía generada durante el día, y un sensor que permite controlar la intensidad de la luz emitida durante la noche.
Un curioso prototipo que, perfeccionado, puede llegar a sustituir el alumbrado público; aunque requeriría cuidados similares a los de los animales domésticos.







