El 2 de febrero de cada año, desde 1977, se celebra el Día Mundial de los Humedales, con el que se conmemora la firma del Convenio sobre los Humedales, a orillas del Mar Caspio, en la ciudad iraní de Ramsar, en 1971. En este día se realizan actos y actividades encaminadas a aumentar la sensibilización en la sociedad acerca de los valores de los humedales y los beneficios que aportan.
Los “humedales” son extensiones de marismas, pantanos, turberas o superficies cubiertas de agua, de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas. Son ecosistemas con una gran diversidad biológica, reguladores del ciclo del agua y del clima, generadores de recursos hídricos para abastecimiento de agua dulce y constituyen zonas de uso para actividades humanas como el turismo y la pesca.
Gran parte de los humedales se encuentran gravemente alterados. Especialmente los humedales costeros, ya que buena parte de ellos fueron en su día ocupados en las ampliaciones de poblaciones, por infraestructuras turísticas y carreteras. Pero también los humedales interiores están muy alterados, a consecuencia de desecaciones y ocupaciones producidas por la actividad agrícola, la sobreexplotación de aguas fluviales y subterráneas, los vertidos de aguas contaminadas y residuos, y la construcción de infraestructuras de transporte y urbanizaciones en sus márgenes.
La falta de protección favorece el actual proceso de degradación de la mayoría de estas zonas húmedas y la consiguiente extinción de especies, sobre todo las aves, ya que casi la mitad de las especies que actualmente se pueden considerar en peligro de extinción dependen en mayor o menor medida de las zonas húmedas.
Los científicos estiman que, antes de la llegada de la civilización, los humedales suponían el 12% de la superficie emergida del planeta, mientras que en la actualidad se han reducido a la mitad. En España se calcula que durante los últimos 200 años han perdido el 60% de su extensión original.